El Grupo de Consumo de Cambalache, una experiencia de agricultura y consumo responsables

Cambalache es un proyecto educativo en el que existen varias líneas y grupos de trabajo. El grupo de Desarrollo Sostenible comenzó a reunirse tras las actividades contra la Cumbre de la Organización Mundial de Comercio en Cancún, en septiembre de 2003. Tras un análisis de los modelos dominantes de producción, distribución y consumo, vimos la necesidad de crear un grupo de consumo. Se lo propusimos a la Cooperativa Agroecolóxica Makila y, a lo largo de la primavera de 2004 y en diálogo con ell@s, fuimos elaborando los criterios de la producción agroecológica y el consumo responsable. El grupo comienza a funcionar a mediados de mayo. Actualmente cuenta con unas treinta unidades de consumo; hay hortalizas de temporada, algo de fruta asturiana, mieles, legumbres, queso, aceite, cereales, pasta y diversos tipos de pan.

Makila suministra casi toda la hortaliza. Para el resto de alimentos, hemos entrado en relación con varias productoras más, de Asturias y del resto del Estado (para la pasta, el arroz, el aceite y la legumbre). En la relación con las productoras se procura combinar rigor en los planteamientos y flexibilidad al ponerlos en diálogo con las situaciones concretas, para evitar que “los criterios” se conviertan en un mero procedimiento desvinculado de lo real. Makila reúne características (militantes, forma cooperativa, agricultoras profesionales, práctica genuinamente agroecológica, etc.) que hacen que con ell@s exista un diálogo, no exento de dificultades, superior al que en este momento hay con otros proyectos. Pero, al mismo tiempo, se procura que en las reuniones del grupo y en las actividades participen todos los productores, como forma de fortalecer el vínculo con ellos.

Entendemos que el grupo de consumo constituye una oportunidad para llevar a cabo un trabajo educativo y político, en varios sentidos. Por una parte, convertir el consumo en el grupo en un acto cotidiano y repetido es una forma de romper con muchos hábitos que el modelo dominante de consumo nos ha hecho interiorizar. Por otra, las reuniones del grupo, al ser un espacio para plantear los problemas y hablar sobre ellos, nos acostumbran al diálogo como forma de gestionar lo colectivo y de relacionar la producción con el consumo. Además, las actividades paralelas (charlas, cursos y talleres), enraizadas en la experiencia del grupo y legitimadas por ella, permiten a su vez potenciar el consumo responsable, extendiéndolo y dándole conciencia de sí mismo.

En los meses de funcionamiento que llevamos hasta ahora, han aparecido múltiples problemas y dificultades. En todo caso, los problemas no constituyen una anomalía sino la expresión misma de las dificultades que entraña construir de forma colectiva una lógica alternativa al mercado en la producción y el consumo de alimentos. Los problemas son la oportunidad para poner de manifiesto las contradicciones presentes en esa construcción, para dialogar sobre ellas y resolverlas en común. Entre los problemas más destacables están: las dificultades para que exista un diálogo suficiente entre la producción y el consumo, la falta de los mecanismos concretos para que ese diálogo tenga lugar; el enorme descenso del consumo que ha habido en los meses de julio y agosto, a pesar de que ese problema se había venido tratando desde mayo; los pedidos simbólicos e inconstantes, ejemplo de lo difícil que es romper con la lógica de consumo dominante, presente en cada un@ de nosotr@s.

A finales del verano, proyectamos una serie de actividades para impulsar la dimensión educativa del grupo y fortalecerlo: jornadas sobre agroecología y consumo responsable, celebradas en septiembre; taller sobre apicultura en octubre, sobre propiedades curativas de los alimentos en noviembre. También aumentamos la diversidad de productos.

Los meses de funcionamiento del grupo de consumo han sido una experiencia problemática pero enormemente rica y estimulante. Hemos aprendido a comer alimentos sanos y a apreciar sus cualidades nutritivas y gastronómicas. Hemos creado una forma de apoyo, modesta pero real, a la producción agroecológica en Asturias. Al mismo tiempo, hemos experimentado la complejidad de la relación entre la producción y el consumo, la dificultad que entraña el diálogo como forma de resolución de los problemas. En otoño se van a crear otros dos grupos de consumo, uno en Gijón y otro en Avilés, impulsados por colectivos con los que existe muy buena relación. Hay una firme intención de promover espacios comunes para que proyectos reales de producción y consumo de alimentos puedan compartir criterios, análisis y estrategias. Así se abre la posibilidad de luchar contra la globalización y sus consecuencias en la agricultura y la alimentación con palabras pero también con hechos alternativos, combinando la negación de lo existente con la afirmación de lo posible.

Diciembre de 2004.

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