Tratado de metodología de las ciencias sociales (Narciso Pizarro)

1. Respecto a las transformaciones en el paradigma de la física, analiza sólo la génesis del paradigma newtoniano, presentándolo, de forma muy unilateral, como un avance con respecto a la descripción “cualitativa” del mundo físico que hacía la física de Aristóteles. Pero (1) no analiza, correlativamente, la puesta en cuestión que han supuesto la física cuántica y la termodinámica respecto a dicho paradigma, aspecto que yo he tratado de abordar en el epílogo; digo que es “unilateral” porque hace exclusivamente hincapié en cómo dicho paradigma unifica el movimiento de todos los cuerpos, ya se trate de los móviles cotidianos o las estrellas, que se pueden conceptualizar como un sistema, más o menos complejo, de ecuaciones diferenciales. Pero precisamente la física cuántica pone límites a esa especie de “universalidad” de las leyes físicas; la doble naturaleza de la luz, como onda y como partícula, es un ejemplo de tales límites. El comportamiento de la luz como onda permite explicar algunas de sus propiedades; el comportamiento como partícula, otras.

(2) La física newtoniana trata al tiempo y al espacio, por así decir, como variables externas, como un escenario en el cual se producen los fenómenos físicos; la paradoja de Zenón, com plantea Georgescu-Roegen, no es tan ingenua, ni su resolución implica sólo la apelación al cálculo diferencial, como —expresando una opinión muy convencional al respecto— dice Pizarro. Lo que se juega en dicha paradoja es precisamente la concepción que tienen espacio y tiempo en la física: cantidades reducibles a un número, i.e., puntos discretamente diferenciados. Bien, comoquiera que sea, en esa cuestión la física aristotélica dice muchas cosas, a pesar de su descrédito, que la física newtoniana ignora; y algunas de las mejores aportaciones de la física del siglo XX pasan, precisamente, por un retorno (muy pocas veces reconocido como tal) a concepciones que, aunque obviamente no pueden “volver a Aristóteles” (nadie defiende eso), sí recogen algunos de sus planteamientos. En este punto la lectura de Georgescu-Roegen es esencial.

2. El planteamiento respecto a la biología y la evolución está, a mi modo de ver, muy poco influido por los desarrollos que la ecología ha experimentado en la última mitad del siglo XX. Y no sólo eso. Existe una corriente (obviamente, minoritaria) de biólogos (Richard Levins, Richard C. Lewontin, Stephen Jay Gould) que poseen un planteamiento de la biología que gustan de denominar “dialéctico” y cuyo epicentro está precisamente en la teoría de la evolución; conozco aún muy poco ese planteamiento, pero me parece que puede ser un punto de partida más interesante que la explicación “convencional”, que parece apelar mucho menos al contexto ecológico en el que se desarrolla la evolución, y cómo ese contexto es central para ver qué curso toma aquélla y cómo se conforma su base genética, etcétera.

3. Por último, tanto Pizarro como Naville parecen estar bastante empalmados con las matemáticas; Pizarro dice, concretamente, que el todo nuevo paradigma sociológico debe desarrollar unas técnicas matemáticas asociadas; Naville tiene, en el tercer volumen de “Le Nouveau Léviathan” (Le Salaire Socialiste, Segunda Parte), consideraciones interesantísimas acerca de la teoría de la probabilidad, presentándola como un “determinismo de orden superior” —algo muy próximo a lo que plantea David Bohm en el campo de la física—. Por lo poco que me he asomado al mundo de la matemática, realmente la fundamentación de sus conceptos y de sus técnicas es un hecho bastante menos “acabado” que la denominación de “ciencias exactas” sugiere. Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX se da una intensa polémica entre la escuela “axiomática” y otro conjunto de escuelas (“conjuntista”, etc.), que versa, en principio, sobre la forma como debe construirse la fundamentación teórica del número natural, que es el verdadero basamento de toda la matemática. La inmensa mayoría de la matemática actual es afín a la interpretación axiomática, que viene a plantear que lo esencial en la matemática es la coherencia interna del conjunto de axiomas, postulados, etc., y el rigor con el que a partir de ellos se derivan los teoremas, corolarios y demás. Y que ese es el único criterio que permite calificar una afirmación matemática como “verdadera”.
Pues bien, yo creo que dicha interpretación tiene mucho que ver con el formalismo lógico que se ha impuesto en el siglo XX, con la renuncia a una lógica “material”, “dialéctica” o como se la quiera llamar. Y en ese contexto, me parece que tanto Naville como Pizarro pasan por encima del análisis (y no sólo “sociologicista”, sino también “categorial”) del aparato matemático cuya utilización defienden. Ya sé que Naville dirgía una revista de investigaciones epistemológicas, y probablemente conocía al dedillo estos debates. Pero en lo que he visto de Le Nouveau… no aparece nada de esto.

Leave a comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *