Modelos económicos y configuración de las relaciones industriales

“Andrés Bilbao era un sociólogo crítico. Investigaba el orden político del orden social y la falsa naturali­dad de instituciones sobre las que se construye la modernidad capitalista”. Así comienza el artículo dedicado a la memoria de Andrés Bilbao, de Agustín Morán. Su lectura también me resultó deslumbrante, y el librito glosado aquí es excelente y condensado, como ocurre con la mayor parte de sus escritos.

Introducción

Marx ponía la organización de las relaciones de trabajo fuera del ámbito de la fábrica. Al diferenciar entre la producción de plusvalía absoluta y plusvalía relativa, entre la subsunción formal y la subsunción real, estaba proyectando la noción de modo de producción [se entiende: proyectando fuera de la fábrica]. Con ello aludía a los elementos sociales, políticos, científicos y técnicos que intervenían en la configuración de las relaciones industriales y en la organización de la empresa. [6]

1. Las relaciones industriales como relaciones sociales

En el mundo moderno, el sistema de relaciones industriales no es un sistema periférico a la vida de los individuos, sino central y decisivo para su configuración. Esto tiene que ver con una peculiaridad del mundo moderno, y es la de su constitución a partir de la centralidad del hecho de la economía. [18]

La perspectiva de Marx trata de poner de manifiesto que, más allá de las apariencias, el capital no es una realidad de naturaleza técnica. Lo que Marx va a poner de manifiesto es que el capital es una relación social cuyo objetivo es la valorización que, frente a las apariencias, tiene su anclaje en el proceso de trabajo. (…) La distinta naturaleza social de uno y otro [de trabajo y capital] determina que la apariencia de igualdad encubra la subordinación del trabajo con respecto al capital. (…) Una mirada reducida exclusivamente a la enumeración de lo visible tiene los siguientes efectos sobre los resultados del análisis: (1) al presentar la realidad como un proceso compuesto de individuos desprovistos de determinaciones, el proceso de producción aparece como un mero hecho técnico; (2) se vela la relación de subordinación que existe entre capital y trabajo como un rasgo de este proceso; (3) al velar la relación social, vela el hecho de que el origen de la valorización tiene su anclaje en el proceso de trabajo. [18-19]

Las fuerzas del trabajo socializado señalan la transición al proceso de subsunción real del trabajo. La cooperación, la división del trabajo dentro del taller, la aplicación de la maquinaria, y en general la transformación del proceso productivo al que se subordina el desarrollo de las ciencias naturales, de la mecánica, de la técnica, etc. Bajo esta nueva fase, todas las fuerzas sociales se presentan regidas y subordinadas a la valorización. El modo de producción se transforma en el principio que uniformiza la organización de las relaciones sociales. [20]

Para Weber, la burocratización es el horizonte en el que se realiza la plena constitución del capitalismo. El procedimiento es la característica de la acción burocrática sobre cuyo despliegue se realiza el cálculo. La individualidad, en su actuar, se rige por reglas de la acción. Reglas que se desentienden de las consecuencias. La acción y el conocimiento se validan no tanto por su referencia al objeto al que se dirigen, sino por su adecuación al procedimiento o al método, respectivamente. El cálculo no tiene como horizonte la totalidad, que permanece como lo inaccesible, sino la acción inmediata del individuo. [21]

La despersonalización de las relaciones sociales tiene un significado preciso que es la desaparición del otro como ser humano y su reaparición como mero objeto. Se trata de un mundo en el que la racionalización construye la abundancia, pero en el que el individuo carece de cualquier noción acerca de los fines de su acción. [22]

La completa subordinación de las condiciones de vida (características culturales, sistema educativo, mecanismo de organización social de las relaciones de trabajo…) a [o, lo que viene a ser otra expresión de lo mismo, su determinación por] la producción supone borrar la resistencia nacida del trabajador. Esta noción se corresponde con la que Marx desarrolló como subsunción real del trabajo. La ciencia, la técnica, el proceso legislativo, etc., se subordinan a la lógica de la producción. Cuando se alcanza este punto, la lógica de la producción se autonomiza y se desenvuelve de modo independiente. [23]

2. Los rasgos básicos de la configuración de la sociedad industrial

La manufactura es la superposición del mundo humano al mundo natural. Desde la manufactura, el mundo natural no aparece como lo exterior al ser humano, sino como un ámbito sobre el que el ser humano ejerce su dominio. En la imitación tiene lugar el progresivo alejamiento, la constitución de un mundo “industrial”, superpuesto al mundo natural. En la sociedad industrial el principio de la productividad y la eficiencia señalan los ejes de la separación respecto del mundo natural. [28-29]

Lo que subyace en las nuevas concepciones que surgen con la revolución industrial es la estrecha y novedosa relación entre la racionalidad económica y el progreso social como sinónimo de una sociedad cohesionada. El punto nuclear es la vinculación entre la felicidad y el bienestar del individuo con la posesión material. Esto va configurando una organización en la que la cooperación, bajo la forma de la división del trabajo, es el eje vertebrador. En el centro se sitúa la figura del individuo que, en cuanto puede perseguir sus intereses sin restricciones, es libre. La sociedad es vista como la suma de individuos que la componen, y su existencia es resultado de la cooperación. Sobre esto se levanta la concepción, central en la nueva sociedad industrial, de que la cooperación en la división del trabajo protagonizada por individuos libres es el medio adecuado para el mejoramiento de la condición humana. La sociedad así concebida tiene para el ser humano un carácter puramente instrumental. [31-32]

La individualización romperá con el orden comunitario estableciendo la igualdad y la separación entre las personas. El individuo es la persona desprovista de lazos comunitarios y reducida a un perímetro orgánico psicológico. La noción de destino común es sustituida por la de destino individual, lo que conduce a una noción de la sociedad como convergencia de individuos a partir de sus intereses. [32]

Con la normalización y reconocimiento de la posibilidad de disponer libremente de la posesión se dio paso a la consolidación del derecho de propiedad y con ello a la configuración de la individualidad como principio constitutivo de las relaciones sociales. La exclusividad del vínculo entre el individuo y la cosa, garantizado por el derecho de propiedad, excluía cualquier intervención exterior a esta relación. [33]

La supeditación de la burguesía a la Corona tiene como objetivo crear las condiciones jurídico-políticas que hagan posible la constitución del mercado. Una vez que el mercado se ha impuesto como principio de regulación autónoma de las relaciones sociales, la política es vista como una amenaza. Se inicia la concepción que propone la retirada del Estado y su confinamiento a las tres funciones básicas de mantenimiento de las infraestructuras y defensa del orden interno y externo. [37]

[A.B. introduce aquí ya una tesis importante, vinculada al horizonte de seguridad (de la economía) que marca las políticas de mano de obra impuestas por el capital] Solamente cuando se generalizó no sólo la abundancia de mano de obra, sino la disciplina industrial, la industrialización se desarrolló según pautas constantes y estables de crecimiento. La noción de proletariado industrial alude a varias dimensiones: (1) a un volumen de mano de obra siempre disponible y en condiciones de cubrir la demanda de la industria; (2) a la emergencia del estatuto del “obrero profesional” de la industria, es decir, aquel individuo que ha cortado sus vínculos con las comunidades rurales y se configura como un individuo en un medio urbano, cuyo medio de vida reside exclusivamente en el trabajo industrial; la disciplina como un proceso de socialización en las normas del trabajo y las condiciones de la industria. (…) La fábrica, la producción industrial requería continuidad y coordinación, para lo cual fue necesario poner fin a los hábitos anteriores. Ello implicaba un nuevo proceso de socialización, cuyo contenido fundamental era el trabajo metódico y regular, no sujeto a condiciones climáticas o sociales como en el período preindustrial. [39]

Otro aspecto vinculado al desarrollo de la industrialización lo constituye la aplicación de la ciencia al sistema productivo. El conocimiento tiene un objetivo preciso: conocer para dominar. El procedimiento científico empírico supone que el mundo es una totalidad regida por leyes. (…) Existe simetría entre la concepción científica y la concepción de la técnica. Esta última da forma a un orden regido por leyes que excluyen la intervención humana. Las consecuencias prácticas de esta concepción se plasman en tres aspectos: (a) la objetividad del saber técnico; (b) el que la actividad se realiza de acuerdo a leyes; (c) la inferencia es, en la medida de lo posible, suprimida, mientras los procedimientos de ejecución y control son objetivados. [48]

3. El período de entreguerras: la gestación de los modelos contemporáneos de organización industrial

La revolución bolchevique de 1917 (poniendo de manifiesto que la individualidad y la homogeneidad de las sociedades modernas eran una apariencia), las distintas formas de fascismo (en lo político, sustituyendo la democracia por formas de caudillismo; en lo económico, iniciando un proceso de reglamentación de la economía) y la depresión de finales de los años veinte constituyen acontecimientos que van a suponer la emergencia de nuevas concepciones acerca de la configuración de las relaciones económicas. [52]

Para Polanyi la revolución industrial se constituye no como un acontecimiento técnico, sino como materialización de una subyacente concepción que pone al mercado como principio de autorregulación. La exclusividad de este principio lo configura como un sistema autorregulado. [55]

En las sociedades primitivas [sigue planteando Polanyi] las relaciones sociales englobaban a las relaciones económicas. Lo característico del mundo moderno es lo contrario: las relaciones económicas como principio constitutivo de las relaciones sociales. (…) En las sociedades primitivas la actividad económica es un medio para alcanzar la cohesión social. (…) La constitución de la sociabilidad sobre el estricto cambio de equivalentes permite la plena expresión de la individualidad en cuanto que supone una relación que excluye a otras individualidades y establece una relación exclusiva con las cosas, devenidas objeto de deseo. La economía, la producción y el intercambio tienden a constituirse en el vínculo universal entre los seres humanos. [56]

Tanto el proceso de producción como el de distribución aparecen regidos por un mecanismo ajeno a la intervención humana y que se despliega automáticamente. La acción del ser humano está orientada hacia la máxima ganancia. Un ser humano cuya acción está orientada hacia otros fines resulta ajeno y es finalmente excluido en un sistema económico autorregulado. (…) El precio, aspecto central de la autorregulación, se hace visible por medio del dinero, que se constituye como el medio universal de relación entre sujetos. Esto implica la previa reducción de los elementos que intervienen en la producción y la distribución a masas homogéneas dotadas de precios. El trabajo y la tierra pasan a se considerados y a desarrollarse de acuerdo con la lógica de la mercancía. (…) En el contexto del mercado autorregulado la función de la política, una función subordinada, puesto que la única autonomía reconocida es la del mercado, es suprimir todo aquello que obstaculice la formación y el desarrollo autónomo de los mercados. La política pierde su dimensión en relación a los seres humanos y se remite al cumplimiento de las condiciones que hacen posible la autorregulación del mercado. [57]

El liberalismo aparece como doctrina a la cual deben sujetarse los seres humanos. La libertad aparece limitada a un contexto muy determinado: la libertad de perseguir el propio deseo en el contexto de un mercado autorregulado. Es un concepto peculiar de libertad pues impone a todos los seres humanos la misma noción de libertad. Todo aquello que se separe de estos parámetros, y que es igualmente expresión de la libertad del ser humano, aparece satanizado como la negación de la libertad. [58n]

La autorregulación es el mecanismo que puede solucionar todos los problemas (…) Con esto se alude a una noción formal de orden, desvinculada respecto a cuáles sean las consecuencias para los seres humanos. [58] La evidencia empírica queda completamente excluida, pues siempre hay un más allá en el que habría, eventualmente, espacio para el cumplimiento de aquello que [se] anuncia. [58n]

Condición para la posibilidad de la autorregulación es la universalización de la forma mercancía. (…) La nueva institución del mercado de trabajo pone en el individuo y en su capacidad, exclusivamente, el principio de su supervivencia. [59]

Mises sitúa el antagonismo entre liberalismo y fascismo. El cuestionamiento del primero abre, inmediatamente, la vía al segundo. Liberalismo y autoritarismo, individuo y colectividad, automatismo de los procesos sociales e intervención política, van delimitando el campo entre democracia y fascismo. Mises sitúa, en un extremo, el liberalismo, como vía definitiva de disolución de los conflictos; y en otro extremo, el comunismo y el fascismo, como forma política de intervencionismo, y por tanto como origen de los conflictos. (…) La historia es leída en términos de progreso de la libertad, expresada en la creciente autonomía del individuo. La disolución del feudalismo es paralela a esta preeminencia del individuo que aparece asociada a la condición del capitalismo y el advenimiento de la democracia. [61] La política es administración y, así reducida, es compatible con la sociedad libre. (…) Sin embargo, Mises no concibe un orden social sin coerción. El individuo debe ser previamente reducido a la condición de individuo cuyo obrar autónomo se traduzca en el equilibrio. [62]

[A.B. capta la ambigüedad que subyace a la vinculación entre autonomía del individuo y universalización de la propiedad. Dice:] Esta ambigüedad se prolonga en tanto en cuanto se permanezca en un plano abstracto, que desconoce la naturaleza del objeto de la propiedad. Borrándose todas las diferencias aparecen individuos y propietarios, intercambiables en el campo de una relación conceptualmente aprehendida sobre la base de expulsar los elementos de diferenciación. (…) Mientras el objeto de la forma [se convierte en] el objeto del pensamiento científico, el ámbito de la materialidad es una anomalía excluida de toda sistematización. [63]

La intervención en la legalidad natural del mercado emborrona la transparencia del sistema de precios. El autoritarismo político tiene su correlato en el autoritarismo económico, que implica la abolición del sistema de precios. (…) El cálculo y la previsión están vinculados al precio, que aparece como instancia exterior, sustraída a la voluntad del individuo. Y en esta sustracción se encuentra la clave del significado del precio como expresión de la forma no política de administración de las cosas. [64]

4. La organización de las relaciones industriales en el período keynesiano

La nueva organización de la sociedad capitalista pone entre sus metas la articulación del consenso y la integración social, antídotos contra su destrucción. (…) El Estado, las organizaciones sindicales, colocan la determinación de las relaciones en el ámbito de la negociación institucionalizada. [66]

La empresa ya no es el único y exclusivo lugar en el que se forjan las relaciones industriales. Éstas adoptan la configuración de un subsistema subordinado al subsistema económico y a su vez condicionado por el sistema social. La negociación es el vértice fundacional de las relaciones industriales, sustituyendo a la lógica autónoma del mercado. [67]

En Keynes, la economía es un conjunto de técnicas instrumentales cuya finalidad se orden desde un ámbito exterior ella. [Ahora,] si bien en la consideración de la economía como instrumental radica la diferencia respecto del modelo neoclásico, hay un elemento de continuidad centrado en la noción de sociabilidad construida sobre el hecho económico. [72]

La condición de ciudadano no se coloca en el plano del proceso de trabajo exclusivamente. El despliegue de la ciudadanía, su incorporación a ella de la clase obrera, invade la autonomía del mercado. (…) La otra consecuencia de esta transformación de los supuestos que subyacen en la organización de la estructura social se hace visible en la actitud de las organizaciones del movimiento obrero. La economía no se ve ya como un proceso capitalista de acumulación, como un acontecimiento particular de una clase social, sino en términos de progreso económico nacional. Ya no se habla de capitalismo, como expresión y base del dominio de una clase, sino de economía nacional, de sustento material de la nación. (…) La nueva práctica sindical adopta esta perspectiva, abriéndose con ello un contorno ideológico en el que se asocia la mejora de las condiciones salariales con el progreso de la economía nacional. [74-75]

[A.B. hace aquí una pequeña digresión para abordar el concepto de ciudadanía:] La constitución de la individualidad autónoma y libre y la universalización de esta condición a todos los grupos sociales constituye el eje central de la tendencia que aboca a la configuración de la ciudadanía. La desaparición de las formas de trabajo social y la constitución del trabajo libre es uno de los rasgos en los que este proceso se hace visible. La relación salarial regida contractualmente a partir de individualidades intercambiables es, a comienzos del siglo XIX, la forma predominante de relación en el proceso de producción. (…) La extensión de la igualdad, del ámbito de lo civil, aparece no sólo como compatible con el mercado, sino que es su propia condición. La incorporación de los modelos de las ciencias naturales al campo de la economía política tenía como condición la existencia de “cuerpos libres y autónomos”, cuyo movimiento pudiera determinarse a partir de su naturaleza. [76-77]

La individualidad cerrada en el perímetro orgánico psicológico es el elemento constitutivo de la lógica del mercado. Mientras que la individualidad definida como condición social se alarga hacia una concepción de las relaciones sociales políticamente construidas. Son dos nociones de igualdad basadas en nociones diferentes del individuo. (…) En la medida en que lo político es administración del principio de realidad representado por la lógica del mercado, la extensión de los derechos políticos es una proyección de los derechos civiles. Es la plena incorporación de la invidualidad. [78]

A partir de la Segunda Guerra Mundial, aparece la noción de “capitalismo organizado”. Sus rasgos son: (1) surgimiento de organismos formales que unas veces tienen su origen en las clases sociales y otras en los grupos profesionales. Estas organizaciones colaboran en la configuración de las relaciones socioeconómicas, interfiriendo, por así decirlo, en la lógica autónoma del mercado. (2) Estos nuevos grupos [empresarios, trabajadores, organizaciones políticas, organizaciones de consumidores…] juegan un papel cada vez más importante, constituyendo una red de relaciones con estructura y autonomía propias. (3) Aparece el principio del acuerdo, de la negociación, como práctica sobre la que solventar los conflictos. [79]

5. El modelo económico neoclásico y las relaciones industriales

A partir de los años ochenta las sociedades industriales pasan de considerar prioritario el problema del pleno empleo a otorgar primacía a la estabilidad monetaria. Ésta tiene como objetivo la reducción de la inflación, y en su desarrollo aparecen dos factores: la política presupuestaria y la estructura de los mercados de bienes y trabajo. (…) La tesis dominante en el inicio de los años ochenta es la de que la inflación supone incertidumbre y está asociada a la reducción de las tasas de crecimiento. (…) La tesis sostenida con insistencia en este período es que sólo se puede combatir la inflación de una forma duradera reestableciendo un grado suficiente de disciplina presupuestaria “y un mayor equilibrio en la combinación de políticas macroeconómicas”. [92]

La inflación aparece, a primera vista, como un fenómeno monetario cuyo rasgo es el crecimiento del volumen de dinero. Tras la apariencia subyace la pérdida de confianza en la seguridad del dinero, tras lo que se encierra un proceso de desorganización social. Desde este punto de vista, la inflación supone la pérdida de confianza en el valor de la moneda, lo que se traduce en una creciente falta de orientación respecto del valor de las cosas, y con ello una creciente dificultad para el cálculo. Por último, entraña la posibilidad de materializar el ahorro en términos de un acontecimiento seguro. La inflación conlleva el riesgo de ruptura de la estabilidad social. La relación del individuo con la moneda se transforma en una relación incierta. [93]

La imposibilidad de recuperar la estabilidad social a partir del hecho político ejemplifica la despersonalización de las relaciones sociales. La reversión de las consecuencias negativas que para la estabilidad social conlleva el fenómeno de la inflación, sólo puede aparecer en la forma de la política monetaria, con lo que se pone de manifiesto la tecnificación de la administración de la sociabilidad. [93]

Aparece un diagnóstico de la crisis antitético del diagnóstico keynesiano, que anuncia que el sofocamiento de los mecanismos de libre mercado está en el origen de la crisis que muestran las relaciones entre las magnitudes económicas. La flexibilidad tiene un contenido preciso: la puesta en marcha de formas de regulación nacidas autónomamente del mercado. [95]

La flexibilidad alude básicamente a la adaptación de la organización de la producción a las condiciones del mercado. Flexibilidad es la respuesta implícita en la puesta en primer plano de la competitividad. La flexibilidad se plantea en tres momentos: (1) el acceso a la organización. Tanto bienes como fuerza de trabajo deben permanecer libres de toda constricción en la determinación del precio. (2) la organización de la producción, que implica tanto la movilidad de la fuerza de trabajo, la innovación tecnológica sin restricciones y el aumento de la velocidad de producción. Esto requiere flexibilidad en la organización así como una completa transparencia en el proceso de trabajo respecto de la gerencia. (3) flexibilidad en la salida del puesto de trabajo. [96]

El problema del control no se sitúa ya en el contexto de la confrontación, en la que subyacía la noción del trabajador como clase, sino en el de la cooperación en el interior de la propia empresa. (…) Se abre así una tendencia hacia el consenso en la producción, inexistente en el período anterior. En esta nueva situación de consenso la dirección recupera su autonomía. Las adaptaciones a las condiciones cambiantes del mercado requieren una rápida respuesta, incompatible con los avatares de un sistema de negociación. A la vez, la flexibilidad abre un espacio de autonomía para el trabajador. Éste ya no ve a la gerencia como el polo antagónico, sino al exterior de la empresa. El mercado y, en su contexto, las otras empresas, con las que debe competir, emergen como el nuevo campo del conflicto en la producción. [98-99]

Pueden definirse dos modelos de control gerencial. El primero está basado en el proceso de organización del trabajo. El segundo en los mecanismos de entrada y salida del puesto de trabajo. En ambos modelos subyace una diferente concepción del control. El primero tiene como punto de partida la no integración del trabajador en la producción, bajo la que subyace su integración como clase. El control persigue escindir al trabajador de su fuerza de trabajo. Sobre esta escisión es posible medir y controlar sus movimientos en una forma objetiva, vale decir en la que no está implicada la actitud del trabajador. El segundo modelo se basa en una relación diferente. La flexibilidad de los mecanismos de entrada y salida, la idea de que el puesto de trabajo es un bien escaso y, por último, la centralidad del mercado abierto y cambiante, garantizan la cooperación del trabajador. La autonomía, la otra cara de la flexibilidad, es la condición para el funcionamiento de la producción. [99]

Sobresalen dos elementos: el de la estructuración del proceso de trabajo y el de la interacción entre la gerencia, los trabajadores y sus representantes. Los anteriores modelos de racionalización privilegiaban el primer momento. El consenso era algo irrelevante, pues no era posible alcanzarlo en la configuración del trabajador como clase. Ahora bien, frente a las apariencias, el problema del consenso subyace en ambos momentos. En el momento actual es una meta fácilmente accesible y, en consecuencia, se trat de su reforzamiento mediante el establecimiento de relaciones institucionales. En el período anterior el consenso era la condición para la producción. No estaba garantizado y era preciso “pactarlo”, “construirlo”, en el proceso de negociación colectiva. [100]

La individualización tiende a colocar al trabajador frente a la gerencia no en una forma global, de una vez por todas, por así decirlo, sino sucesivamente ante distintos momentos frente a los cuales debe “adaptarse”. En este proceso de “adaptación” se encierra un complejo proceso de intercambio, sobre el que se construye el consenso de la producción. (…) Se desestructura la clase obrera y emerge el trabajador como individuo. [101]

La identificación con la empresa es la dimensión central del consenso. Ahora, en el imaginario de las representaciones, el trabajador no se identifica con la clase ni con los sindicatos. Ésta era la tendencia desplegada en la década de los sesenta. Ahora la tendencia es a alejarse de estos polos de identificación y dirigirse a la empresa. Hay un elemento de continuidad entre uno y otro momento: la satisfacción del deseo y su asociación a los niveles salariales. En el cambio de orientación no subyace un cambio de objetivos, sino la conciencia de que éstos pueden alcanzarse mediante la integración en la empresa. El consenso de ahora y el disenso del pasado respecto de la empresa estaban soportados por el mismo ser humano, aquel que tenía como objetivo el aumento de las rentas salariales. (…) La intensificación de la competencia [entre también entre trabajadores] es la otra cara de la confianza y el consenso. [103]

La introducción de formas flexibles de producción es incompatible con la heteronomía del trabajador, y de ahí nace la noción de profesionalidad, en la que se alude a un intersticio entre el trabajador y el proceso de trabajo, una falta de ajuste que sólo puede suplirse desde la acción voluntaria del trabajador. Las prácticas informales están asociadas a la flexibilidad. No son el resultado de improvisaciones o de ausencia de decisión, sino que constituyen prácticas planificadas desde la gerencia. [104]

El término recualificación hay que entenderlo en el contexto de la nueva autonomía del trabajador que implica el proceso de producción flexible. La recualificación dota al trabajador, que previamente vive en un contexto de conflicto, de elementos para hacer frente autónoma e independientemente a las contingencias de la producción. (…) La autonomía del trabajador no alude a una vuelta atrás respecto de la racionalización taylorista. Es la emergencia de un nuevo trabajador asentado ahora sobre la individualización e su condición, que inicialmente muestra su consenso respecto de la gerencia. A partir de ahí se le dota de recursos y posibilidades para desarrollar un cierto margen de autonomía en su trabajo, y de este modo hacer frente a los imprevistos que implican la nueva situación. [106-107]

En alguna medida, el taller flexible alude a un horizonte utópico en el que ha desaparecido el ser humano. Desde los inicios de la revolución industrial la función del trabajo humano ha ocupado una peculiar posición. El trabajo es la condición de la producción, pero su vinculación al trabajador lo transforma en un elemento sobre el que planea la incertidumbre en su utilización. La fuerza de trabajo emerge, en este contexto, como algo calculable y que es perfectamente integrable en el proceso de producción. El taller flexible supone una reducida proporción de trabajo y una gran transparencia en el control. [108]

6. Las principales transformaciones en el ámbito contemporáneo de las relaciones industriales

Nueva noción de mercado de trabajo que aparece caracterizada en los siguientes términos: “un mecanismo específico regulador de los procesos económicos, basado en la creación de precios en contratación formalmente libre”. (…) El mercado es un mecanismo en el que no interviene la negociación colectiva, sino únicamente individuos intercambiables que libremente determinan las condiciones de su relación. La desaparición del derecho del trabajo, una anomalía respecto de las formas modernas de trabajo, sería el síntoma de la plena constitución de las relaciones laborales en términos de mercado. [109]

El acceso al mercado de trabajo suele ser visto por la teoría económica neoclásica como un proceso abstracto. El individuo, como una abstracción desprovista de relaciones sociales, realiza el pasaje desde la condición de inactivo a la de activo. Y este pasaje es común a todos los individuos. Sobre este supuesto, tanto el acceso como la permanencia en el mercado de trabajo están reguladas por las leyes de la oferta y la demanda. Bajo su influjo los individuos se ajustan a las condiciones de empleo en una forma regular y calculable. La teoría neoclásica aparece no sólo como descripción de aquello que sucede, sino como descripción del modo en el que se producen los acontecimientos. [112-113]

[Ahora bien,] tanto el acceso como la permanencia en el mercado de trabajo está determinada por factores institucionales. El mercado no es una unidad con una única puerta de entrada. (…) El acceso al mercado de trabajo, conformado como una pluralidad de puestos de entrada, determina, también, una desigual distribución de los costes necesarios para acceder a él. [113]

Generalmente, son las mismas personas, y particularmente jóvenes, quienes, al no tener posibilidad de lograr un empleo tradicional, circulan entre el mercado de trabajo clásico, el atípico, y luego hacia lo que se podría llamar un tercer mercado: el del desempleo más o menos indemnizado; y por último, un cuarto mercado: el del trabajo clandestino. A estos cuatro mercados hay que añadir un quinto que ya no es un mercado, sino el ámbito de la exclusión definitiva de la posibilidad de vender su fuerza de trabajo a cambio de un ingreso, cualquiera que sea su origen. [114]

Se alcanza un diagnóstico que coloca en el propio mercado de trabajo, en sus rigideces, el origen del desempleo. En este contexto se hace coherente la noción de solidaridad activa, eufemismo que recubre la tesis de que sólo la flexibilidad puede crear empleo. [116]

Los procesos de globalización, de innovación tecnológica, los cambios en el mercado de trabajo, etc., han supuesto la elevación del desempleo. A partir de este fenómeno se ha ido abriendo paso el principio de que el trabajo es un bien escaso. (…) La incorporación al puesto de trabajo es sinónimo de integración social. En la medida en que la permanencia en el puesto de trabajo depende de los resultados de la gerencia, se establece una subyacente identificación entre el trabajador y estos fines. [119]

El trabajo es, en la sociedad moderna, la única forma para importantes sectores de la sociedad de participar en la distribución de la renta. Cuando se apunta hacia la naturaleza escasa del trabajo, se apunta hacia el desarrollo de nuevas formas de ingreso que, en última instancia, suponen el crecimiento del Estado asistencial. Sin embargo, el Estado asistencial no es una estructura independiente del hecho económico. La misma perspectiva económica en cuyo desarrollo el trabajo es un bien escaso implica la desaparición del Estado asistencial. La centralidad del mercado es incompatible con cualesquiera formas de intervención política sobre los hechos económicos. (…) El trabajo ha sido visto, desde la perspectiva del movimiento obrero, bajo una doble superposición. El trabajo aparece como la condición de la libertad del individuo. Y, a la vez, el trabajo regido bajo la lógica de la acumulación, como un factor de enajenación. Así, se desarrolla la ideología del trabajo como apropiación, contrapuesta positiva a la negatividad del trabajo apropiado por el capital. Surge una red de significados, todos ellos confusos, que abarcan desde una utopía alcanzada mediante el trabajo, en el que todo será ocio, hasta la realización posible del trabajo como una actividad autónoma del individuo. En el fondo de esta reivindicación del trabajo subyace la dicotomía capitalismo-economía. El trabajo se vincula a la segunda como un modo de intensificar el progreso material de las sociedades. [121]

Cuando se afirma que el trabajo ha perdido su centralidad se está reiterando un hecho: la no conflictividad del trabajo. Ausencia de conflictividad que se encuentra vinculada a la conversión del trabajo en un bien escaso. La pérdida de centralidad de la categoría de trabajo no puede leerse como parte de un proceso de liberación, sino como un efecto del hundimiento de las condiciones salariales. Hundimiento que se refleja tanto en la ausencia de conflicto como en la primacía de la racionalidad técnico-económica. (…) El capitalismo reduce el tiempo de trabajo, y esta es una posibilidad que parece anunciar la liberación. Sin embargo, en la medida en que seta reducción se lleva en un contexto en el que el trabajo es la base de la autonomía del individuo, la apropiación privada, el trabajo como un bien escaso corta los límites de la autonomía de los individuos. [127]

La política de mano de obra implica tres momentos: los procesos de reclutamiento, las modalidades de su gestión interna y los mecanismos de salida del puesto de trabajo. La mayor o menor regulación se proyecta, en mayor o menor medida, en los tres momentos que componen la gestión de la mano de obra: el reclutamiento, la organización y la salida. [134-135]

En la expresión políticas de personal hay un componente político, pues se trata, bien de consensuar, bien de neutralizar el disenso. El término gestión de los recursos humanos ya se sitúa en otro contexto. Aquí la personalidad no resulta problemática. Las nuevas condiciones exteriores han determinado la integración del trabajador en el proceso de producción, en cuyo éxito –conquista de mercados, aumento de la producción– ve la realización de sus propios intereses. [136]

Los cambios en el entorno de la empresa, la globalización y la competencia determinan un aumento del grado de incertidumbre. La flexibilidad de la gerencia es condición para hacer frente a los cambios. Esta flexibilidad debe ser correlativa a la flexibilidad de la fuerza de trabajo. En esta alusión a la flexibilidad están implícitos dos elementos. El primero es la posibilidad de modificar la organización de la producción, adaptándola a los cambios del mercado. El segundo hace emerger la necesidad de autonomía del trabajador. La flexibilidad resulta incompatible con una regulación de todos los aspectos de la producción, así como la asignación rígida de tareas. (…) La construcción del consenso no requiere un cambio radical en la ideología del trabajador, sino un desplazamiento del lugar donde se coloca la posibilidad de cumplir sus objetivos. (…) Durante la década de los sesenta el trabajador aparece configurado como miembro de una clase. En este período, vinculado a la noción de clase, se formula un ideologema: los intereses de la clase. Por una parte, la noción de interés, como persecución racional del deseo. Esto tomaba la forma del aumento del nivel de vida del trabajador, que se convertía en el objetivo de las organizaciones sindicales. Éstas, a pesar de la retórica ideológica, se configuran como corporaciones basadas en el intercambio: el aumento del nivel de vida suponía afiliación y soporte del aparato político-administrativo de las organizaciones sindicales. Por otra parte, la noción de interés aparecía fijada en la configuración de un nuevo orden de relaciones sociales. (…) En el ideologema de la clase obrera estaba implícita una distinción y una relación: la distinción, la que se establecía entre capitalismo y economía, deviniendo esta última sinónimo de desarrollo de las fuerzas productivas. La relación que se establecía era de antagonismo. El capitalismo aparecía como un orden social que traba el desarrollo de las fuerzas productivas. La realización de los intereses de clase suponía la eliminación de la superestructura del capitalismo y, en consecuencia, de las fuerzas productivas; y, como consecuencia de ello, un ininterrumpido proceso de elevación del nivel de vida, identificado con el aumento del consumo. (…) Este ideologema se conformaba sobre dos rasgos. El primero es la identificación entre interés de clase y la configuración de un orden nuevo. Aparentemente, la diferencia entre este planteamiento y el de la economía clásica radicaba en la dimensión del sujeto. En un caso era el interés individual y en otro es el interés de clase. Nuevamente el ideologema proporcionó un paraguas en el que los planteamientos se confundían. El interés de clase se cumplía en la desaparición del capitalismo, en la constitución de una nueva racionalidad. Ahora bien, el contenido de esa nueva racionalidad aludía al desarrollo de las fuerzas productivas como el marco en el cual era posible la realización del interés. La configuración del sindicato como corporación representaba la eliminación de la frágil película ideológica y su configuración como organización cuyo objetivo real era la elevación del nivel de vida de la clase obrera. El segundo rasgo es la puesta como objetivo el desarrollo de las fuerzas productivas. El capitalismo aparece como lo ineficiente, como lo que traba el desarrollo. El modelo keynesiano se construía sobre una afirmación semejante. (…) El movimiento obrero, más allá de sus intenciones explícitas, contribuyó a socializar a la clase obrera en el sistema de valores que caracterizaba el individualismo. Lo preparaba, de este modo, para la nueva etapa de la gerencia flexible. [137-138]

Lo que caracteriza el nuevo período es que el conflicto no se pone en el interior del sistema de producción, sino entre el sistema y el entorno. (…) Los rasgos principales de este último período son los siguientes: (a) asegurar la competitividad en el nuevo contexto; (b) esto supone invertir la máxima del período anterior, que ponía toda la confianza en la máquina como lo calculable y desconfiaba del trabajador como lo que era imprevisible. [138-139]

La autonomía del trabajador en el proceso de producción no es vista como un posible espacio en el que se manifiesta el conflicto, sino como la posibilidad de hacer frente a la complejidad del proceso de trabajo. La producción flexible supone el levantamiento de la norma rígida que circunscribía al trabajador a la ejecución de determinados movimientos. La relación entre productor y consumidor, así como los modelos de producción “justo a tiempo” requieren una activa participación del trabajador. (…) El principio de la producción no fue cuestionado, sino más bien reformulado en otros términos. En ellos se enunciaba que el mejoramiento de la condición de la clase obrera implicaba una mayor eficacia productiva. [140]

Los efectos sociales de la nueva cualificación abarcan los siguientes aspectos: (a) realización de un mayor número de tareas distintas; (b) aumento de la capacidad de comunicación y convivencia entre los trabajadores y entre éstos y la gerencia; (c) aumento de la responsabilidad del trabajador en el trabajo; (d) capacidad, por parte del trabajador, para poder tomar algunas decisiones; (e) aumento del nivel de vida del trabajador. Las cualificaciones vinculadas a los procesos de automatización no son relevantes en el aspecto técnico, sino fundamentalmente en la conformación de las relaciones sociales en la organización. [141]

Una de las características de la empresa moderna es que el individuo no está asignado a un puesto en el que desarrolla rígidamente una tarea. Es la empresa de la especialización flexible la que presenta una estructura más simple. Ahora es parte de una red coordinada exteriormente a lo largo de la cual se van realizando diversas partes del proceso de producción. [142]

Si nos situamos en el campo de las representaciones ideológicas de la sociedad industrial, podemos ver cómo tanto su afirmación como su crítica comportan un punto crucial: el despliegue de la producción como condición de la constitución de las sociedades. La disputa se sitúa en la forma de entender el modo como se alcanza este fin. [145n]

En la base de la nueva organización de la producción hay dos elementos: el consenso y la confianza. Ahora bien, no pueden ser tomados en su inmediato significado, como si repentinamente se hubiera producido un giro desde el conflicto y la desconfianza hacia el consenso y la confianza. [146]

El alcanzar un punto en el que se establezca la confianza parece ser el objetivo de las nuevas formas de gestión. La participación tiene lugar en un contexto en el que la línea divisoria del conflicto se sitúa entre la empresa y el mercado. La confianza no aparece como el efecto de una relación fluida entre las partes, sino provista de un significado unilateral, como confianza de la gerencia. [147]

El punto clave de la rigidez lo constituye el sistema de empleo vitalicio; este sistema está asociado, en primer lugar, al pleno empleo. Allí donde la demanda de trabajo es superior a la oferta, el trabajo se constituye en un sistema de empleo vitalicio. La legislación es el segundo momento en este proceso proteccionista del trabajador. Únicamente el desmonte de este sistema, que tiene su punto central en el pleno empleo, crea las condiciones para la emergencia de modelos flexibles. (…) Las tendencias sobre las que se configura la empresa se pueden centrar en los siguientes rasgos: (a) una creciente segmentación que ha intensificado la línea de demarcación entre el núcleo estable de trabajadores y los trabajadores periféricos; (b) una creciente institucionalización de la posición de los trabajadores que componen el núcleo estable; (c) el sistema retributivo del núcleo central de trabajadores es cada vez más independiente de las fluctuaciones del mercado; (d) la formación se circunscribe cada vez más a las necesidades específicas de la empresa. (…) El proceso de negociación se aleja de los grandes acuerdos sectoriales, característicos del período anterior. (…) (a) la negociación a nivel sectorial y nacional es sustituida por la negociación en el ámbito de la empresa; (b) el papel de los dirigentes sindicales externos pierde importancia en favor del papel que juegan los negociadores internos; (c) hay una tendencia a desvincular la negociación respecto de las pautas generales que representan los sindicatos; (d) una creciente disposición a pactar mecanismos para solucionar los conflictos. Hay una tendencia a negociar las llamadas “cláusulas de paz social”; (e) los resultados empresariales son los que determinan la capacidad de pago de la empresa. [150-151]

Se pueden dibujar dos modelos de control, uno basado en la organización de las funciones y otro en la organización de las personalidades. (…) La gestión basada en las funciones se levanta sobre el suelo politizado, en el que el trabajador aparece subsumido en la clase. La escisión de la función y la personalidad es el síntoma de la gestión ordenada, en la que la dimensión de clase, asociada a la personalidad, ha sido subsumida en la dimensión e la función. Este proceso requiere una directa intervención política, en cuanto que la personalidad del trabajador percibe que el interior de la organización es el lugar en el que se decide el reparto del producto. (…) La producción flexible está situada en otro contexto, en el que el consenso en el interior de la organización está dado. El trabajador no aparece agrupado como clase, como grupo en el que son relevantes las relaciones con otros trabajadores. El trabajador es un individuo situado en la organización de la que depende fundamentalmente su supervivencia. El problema del consenso, un problema de naturaleza política, aparece así como algo dado. [153]

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