Leyendo El Capital: capítulo 1, en torno a la forma del valor

1. Dualidad de los conceptos o categorías fundamentales de análisis de la sociedad capitalista: mercancía (valor de uso y valor), trabajo (trabajo abstracto y trabajo concreto). También el concepto de forma, central en todo el análisis marxiano, posee un doble significado en Marx, significado que en ocasiones queda oculto bajo el término alemán Wertform. En efecto, éste posee dos acepciones distintas, que se corresponden con dos conceptos de forma diferenciados pero estrechamente vinculados entre sí:

a) La forma como representación (Darstellung, Erscheinung, etcétera). Forma del valor (Scaron, en mi opinión, no ha tenido en muchas ocasiones la sensibilidad de recoger este matiz, y vierte Wertform en muchas ocasiones como “forma de valor”). La forma es el modo como la realidad se nos presenta ante nuestros ojos, particularmente a la ciencia por antonomasia de la sociedad burguesa, la Economía Política. “El defecto de las teorías burguesas es que no consideran el plusvalor en cuanto tal, sino sólo en sus formas determinadas de ganancia, interés y renta”. En esta acepción se juega la dialéctica entre sustancia y magnitud y, en términos generales, entre forma y contenido.

b) La forma como determinación (Bestimmung). Toda una serie de materialidades, —comunes a diversas formas de sociedad— se objetivan en la sociedad burguesa mediante formas que las encuadran y determinan: el trabajo humano, como trabajo abstracto, la riqueza social, como valor. Se juega aquí una violencia de la forma (Aristóteles). Relación entre materia y forma.

El epígrafe sobre la forma del valor tiene que ver especialmente con la primera acepción. En el análisis del fetichismo se produce la coalescencia de ambas acepciones.

2. En el curso del análisis de este capítulo emerge la idea del intercambio como mediación social general.

3. La forma del valor

¿Qué ocurre cuando dos mercancías se relacionan entre sí a través del intercambio? La igualdad de dos mercancías (forma simple del valor) ocupa la mayor parte del análisis del epígrafe, precisamente porque en esta forma nuclear (forma I) radica el misterio de la forma dinero (forma IV). En este análisis Marx pone de relieve:

a) La igualdad de dos mercancías diferentes no puede sino poner de manifiesto su conmensurabilidad, que a su vez remite a su sustancia común (el valor), ajena a sus formas corpóreas. Una mercancía, a su vez, sólo puede expresar su valor mediante su relación entre ambas mercancías. (El valor es una propiedad de la mercancía, pero sólo se activa en la relación con otra).

b) En la igualdad entre dos mercancías (20 varas de lienzo = 1 chaqueta), los miembros de la ecuación desempeñan papeles diferentes: una mercancía expresa su valor en la otra. La primera asume la forma relativa del valor; la segunda, la forma equivalente.

c) En el análisis de la forma simple, el término que mayor dificultad reviste es la forma equivalente. Ésta posee tres peculiaridades. (1) El valor de uso de la forma equivalente se convierte en la manifestación de su opuesto, el valor; la oposición interna entre valor y valor de uso se exterioriza en la relación antitética (polar) entre dos mercancías diferentes. Corolario de esta primera particularidad es un hecho que reaparece de modo mucho más elaborado en la forma dinero: la propiedad de ser expresión directa del valor de otra mercancía parece brotar de la misma naturaleza de la forma equivalente, de su propio valor de uso. (2) El trabajo concreto se convierte en la forma de su contrario, el trabajo abstracto. (3) Un trabajo privado se convierte en la forma en que se manifiesta el trabajo en su forma directamente social.

4. El carácter fetiche de la mercancía y su secreto

En los manuscritos de París (1844), Marx había abordado la cuestión de la alienación o extrañamiento. Las características específicamente humanas se hallaban, en su reflexión, limitadas, enajenadas como consecuencia de las relaciones imperantes en la sociedad burguesa. Pero su análisis se efectuaba todavía en el molde de un lenguaje filosófico, y remitía a un ser humano abstracto, con cualidades determinadas ex ante, en una suerte de ontología (Postone). El epígrafe del fetichismo vuelve sobre la cuestión, pero planteada de un modo sustancialmente distinto.

En este epígrafe observamos un cambio (relativo) en el estilo de Marx, que ha llevado a considerar estos parágrafos como la golden piece de su obra, minusvalorando aquello que precisamente nos interesa aquí: su ubicación en un análisis que, como hemos dicho repetidamente, reitera o reproduce el despliegue de la forma mercancía.

Precisamente las resonancias filosóficas, el grado de abstracción y la complejidad expresiva hacen de este pasaje quizá el más difícil de comprender. De él interesa que retengamos especialmente tres puntos:

a) El carácter social del trabajo de los productores de mercancías no se les representa como tal, sino sólo mediante la relación social de sus productos. El carácter social del trabajo se presenta como una característica natural del producto. Se presenta como lo que es. (El fetichismo no es una falsa conciencia, no es un velo que cubre la realidad).

b) A diferencia de otras formas de sociedad previas, el carácter social del trabajo en el capitalismo viene dado por su carácter de trabajo abstracto, por su intercambiabilidad, por su conmensurabilidad. Es ésta una forma nueva de socialidad, una forma que, por así decir, lleva en su seno la ambición de universalidad (Manifiesto).

c) Las formas de las que parte el análisis científico de la realidad (la Economía Política) son formas acabadas, que ocultan ese carácter social de los trabajos privados. Dichas formas son socialmente válidas, y por tanto objetivas (fijémonos en la poderosa teoría del conocimiento que Marx está construyendo aquí, un siglo antes del auge de la sociología de la ciencia y de la constatación de que ésta es un producto social) para ese modo de producción social históricamente determinado.

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